En el año 2007, la Estación Espacial Internacional (EEI) se encontraba en una situación crítica. Un problema con los paneles solares amenazaba con cortar la energía vital para la estación y su tripulación. Fue entonces cuando la misión STS-120, liderada por la NASA, se convirtió en la salvadora de la EEI.
La misión STS-120, a bordo del transbordador espacial Discovery, fue una operación de alto riesgo. El objetivo principal era entregar el Nodo 2, también conocido como Harmony, un módulo que proporcionaría los enlaces necesarios para los laboratorios europeos y japoneses. Pero, durante su estancia, la tripulación descubrió un desgarro en uno de los paneles solares de la EEI.
Conscientes de la gravedad del problema, la astronauta Peggy Whitson y su equipo idearon un plan audaz. Decidieron que el astronauta Scott Parazynski realizaría una caminata espacial para reparar el panel solar dañado, una tarea que nunca antes se había intentado.
Parazynski, atado a un brazo robótico de 30 metros de largo, se desplazó hasta el panel dañado. Con un parche hecho de aislante y cinta adhesiva, logró reparar el panel solar. Esta operación crítica salvó a la EEI de un desastre potencial y permitió que continuara su importante labor de investigación y exploración espacial.